Emmanuel Macron, liberal, pro europeo, del centro político y ex banquero será el Presidente más joven de Francia (39 años) después de Napoleón (35 años). Macron será también un Presidente que NO pertenece a ningún partido político tradicional, no es gaullista, ni socialista.
Los ciudadanos franceses le dieron un 66,06% (20,7 millones de votos) de respaldo, mientras que su contrincante, la ultra derechista y populista Marine Le Pen logró el 33,94% (10,6 millones de votos).
La decisión fue clara a favor de una Francia respetuosa de los principios democráticos que logró establecer como producto de la Revolución Francesa de 1789, la igualdad de los ciudadanos, el respeto de sus derechos humanos, basados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que luego se convirtió en un derecho fundamental en la Constitución Política de 1791.
La elección fue un rotundo NO a la xenofobia fomentada por la candidata derrotada Marine Le Pen, NO a un nacionalismo radical que hubiese culminado en un aislamiento de Francia en Europa y en el mundo, especialmente con sus ex colonias, hoy países independientes de África y Medio Oriente.
Internacionalmente, se evitó el establecimiento del eje populista de ultra derecha a nivel planetario: Washington – París – Moscú. Algunas de las características principales de esta nueva ultra derecha internacional son las siguientes: a) Amedrentamiento y amordazamiento de los medios de comunicación; b) Descalificación y represión a los opositores políticos; c) Generar la dicotomía Amigo – Enemigo a nivel nacional e internacional; d) Políticas proteccionistas y e) Xenofobia.
Ahora Francia tiene un gran reto frente a Europa y las fuerzas democráticas del planeta, demostrar que en el marco de los principios democráticos de la Revolución de 1789 es posible que se puede atender las necesidades de los ciudadanos más afectados por los efectos negativos de la globalización, del libre comercio, del desarrollo de la ciencia y de la tecnología y de las migraciones internacionales. Macron tiene el desafío de unir nuevamente a la República Francesa.
Globalización, libre comercio, desarrollo de la ciencia y de la tecnología y las migraciones internacionales generan círculos virtuosos, sin embargo, también efectos nocivos, principalmente la pérdida de fuentes de trabajo y por lo tanto una pérdida de la calidad de vida de muchas familias.